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LA FUENTE DIVINA

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•Aprenderemos que la felicidad depende en cierto grado de las condiciones externas, pero fundamentalmente, de nuestras actitudes mentales. Para ser felices deberíamos poseer buena salud, una mente equilibrada, una vida próspera, un trabajo adecuado, un corazón agradecido y, por sobretodo sabiduría o conocimiento de Dios.

•Aprenderemos a darnos cuenta que la verdadera felicidad radica dentro de nosotros mismos. No hay que desperdiciar tiempo ni esfuerzo en buscar la paz, la alegría y el gozo en el mundo externo. Hay que tener presente que no hay felicidad en tener u obtener, sino únicamente en dar. Hay que dar. Compartir. Sonreír. La felicidad es un perfume que no se puede servir en los demás sin que unas cuantas gotas caigan en nosotros mismos. La felicidad, cuando se presenta en este mundo, ocurre incidentalmente. Si hacemos de ella el objeto de nuestra búsqueda, eso nos llevará a una persecución infructuosa y nunca la alcanzaremos.

•Aprenderemos a transferir nuestra atención del fracaso al éxito, de las preocupaciones a la calma; de las divagaciones mentales a la concentración, de la inquietud a la paz, y de la paz a la divina dicha interior. Cuando alcancemos este último estado de realización, habremos cumplido gloriosamente con el propósito de nuestras vidas.